Iván
llevaba tres días en el campus y ningún amigo. Era callado y retraído, ni
siquiera cruzaba palabra con Luis, a pesar de que se veían cada noche y cada
mañana, si es que el primero no decidía levantarse antes que todos.
En
un campus de verano, en el que te quedarás tres semanas; dos días son el
equivalente a unos dos o tres meses de clases normales, y si para ese momento
aún no logras hacer amigos es porque eres un caso triste y perdido.
En
el comedor se sentaba en la esquina de una mesa hasta el frente, en donde era
difícil platicar e integrarse al resto de los chicos. En las horas libres
estaba sentado bajo un árbol dormitando o con su libro en mano.
El
mundo pasaba junto a Iván y él no se detenía a observarlo. Parecía no darle
mucha importancia al resto de los chicos. No sólo no se integraba, ni siquiera
hacía un intento por que lo aceptaran, lo que desconcertaba aún más a Luis.
Eran
él y un momento de pensamientos que nadie quería descifrar. Una cara redonda y
pálida que podía pasar por la de un muerto, excepto bajo el sol, cuando se
enrojecía. Su mente siempre estaba en otro lado; caminando junto con el grupo
pero sin hablar con nadie más que con algún instructor que al ver su soledad se
le acercaba.
Cada
que Luis lo miraba para ver si lo descubría haciendo algo fuero de lo
ordinario, lo veía sentado, con el aburrimiento constipado en los ojos y son
sus dedos moviéndose frenéticamente por la desesperación que le causaba estar
entre ellos. Lo notaba, a veces maldecía por lo bajo, creyendo que nadie lo
oía, pero Iván lo notaba.
Sus
peculiaridades animaban a los muchachos a hacerle la vida un poco imposible. Un
poco, ya que Iván estaba tan alejado de todos que era difícil molestarle aunque
en verdad lo intentarán.
A
veces lo dejaban pasar hasta el último en el salón de clases. Si contestaba
algo bien, le contestaban con alguna burla en español que la maestra no
entendía y los muchachos explicaban que “eso quiero decir felicidades en español,
señorita”, a lo que Iván no ponía objeción.
Al
final, nadie podía odiarlo, porque no daba razones ni los acusaba de nada; pero
tampoco podían terminar de considerarlo un posible miembro de la pandilla
porque su indiferencia los ponía demasiado nerviosos.
Iván
fue “el nuevo” hasta finales de verano, ya que ningún otro chico llegó después
de él.
Ahora
de la cena a los chicos les gustaba comenzar a hablar de historias de fantasmas
y muñecos poseídos, aunque al final, la conversación siempre terminaba en lo mismo.
--¿Y
qué hace? ¿Cómo es?—le preguntaban el resto de los chicos a Luis, que sin
querer se había vuelto algo así como el nuevo líder gracias a la pelea con
Alfonso, su disparatada imaginación que impresionaba a los demás y el hecho de
ser el compañero de cuarto de Iván.
--Pues
no hace nada, generalmente subo antes que él y me quedo dormido—decía. Aunque
era de esperar lo contrario, Luis no podía decir nada extraordinario sobre Iván
porque en sí no ocurría nada anormal.
--Pero
¿no habla?—insistía uno de los chicos--¿no te ha contado de donde viene?
¿quiénes son sus padres?
--No,
sólo sé que se llama Iván.
--Bueno,
pues eso es muy raro, Luis, muy, muy raro—dijo Omar—mira, si yo fuera tú me
cuidaría de él. Es de esas personas que no tienen pasado.
Se
escuchó un clamor temeroso entre los muchachos.
--Y
puede que una noche, mientras tú tranquilamente duermes, el saque un chuchillo
y…--deslizó su dedo encima de su garganta y sacando la lengua, como si le
estuvieran rebanando el cuello.
Un
escalofrío recorrió la espalda de Luis, pero luego intento ser racional. No
podría, porque te revisan todo cuando llegabas y si encontraban algo raro te lo
confiscaban.
--Estate
atento—terció Omar—no nos gustaría tener que ir a un funeral en vacaciones,
sabes.
Por
ser sábado en la noche tenían permitida una llamada, así que casi todos
tardaban más en regresar a sus cuartos pues hablaban a sus casas. Algunos se ponían a llorar,
sobre todo los que por primera vez salían de casa o los más peques. Pero a Luis
ese ritual ya no le gustaba y decidió que podría llamarlos la semana siguiente.
***
Que mono que es Luis, es realmente un "buenazo". Me encanta como le das personalidad a los personajes^^
ResponderEliminarMe encanta todo el misterio que se forma alrededor de Iván. Es que es un chico tan particular... incluso yo, como lectora, no puedo evitar preguntarme sobre los pensamientos del chico. Me da un poco de lástima que se metan con él, pero así son los chicos...
ResponderEliminarMe mata que Luis ahora se haya convertido en una especie de líder de pandilla xD. Sin duda debe de ser divertido escucharlo, hablar, sin embargo, con todas las historias que se inventa. Me dio un poco de tristeza el final...
En síntesis, simplemente un excelete capítulo, aunque todos lo sean en tu hermosa historia :).